La oración universal para la confesión
de las culpas y la petición de perdón
Marzo 13, 2000
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El Santo Padre:
Hermanos y hermanas, supliquemos con confianza a Dios nuestro Padre,
misericordioso y compasivo, lento a la ira y grande en el amor y la fidelidad,
que acepte el arrepentimiento de su pueblo, que confiesa humildemente sus
propias culpas, y le conceda su misericordia.
Oración en silencio.
I. Confesión de los pecados en general
Cardenal Bernardin Gantin, decano del Colegio cardenalicio:
Oremos para que nuestra confesión y nuestro arrepentimiento estén inspirados
por el Espíritu Santo, nuestro dolor sea consciente y profundo, y,
considerando con humildad las culpas del pasado en una auténtica
"purificación de la memoria", nos comprometamos en un camino de
verdadera conversión.
Oración en silencio.
El Santo Padre:
Señor Dios, tu Iglesia peregrina, santificada siempre por ti con la sangre de
tu Hijo, acoge en su seno en cada época a nuevos miembros que brillan por su
santidad y a otros que, con su desobediencia a ti, contradicen la fe profesada
en el santo Evangelio. Tú, que permaneces fiel aun cuando nosotros te somos
infieles, perdona nuestras culpas y concédenos ser entre los hombres auténticos
testigos tuyos. Por Cristo nuestro Señor.
R. Amén.
Canto del Kyrie, eleison.
Se enciende una lámpara ante el crucifijo.
II. Confesión de las culpas cometidas al
servicio de la verdad
Cardenal Joseph Ratzinger, prefecto de la Congregación para la doctrina de la
fe:
Oremos para que cada uno de nosotros, reconociendo que también los hombres de
Iglesia, en nombre de la fe y de la moral, han recurrido a veces a métodos no
evangélicos en su justo deber de defender la verdad, imite al Señor Jesús,
manso y humilde de corazón.
Oración en silencio.
El Santo Padre:
Señor, Dios de todos los hombres, en algunas épocas de la historia los
cristianos a veces han transigido con métodos de intolerancia y no han
seguido el gran mandamiento del amor, desfigurando así el rostro de la
Iglesia, tu Esposa. Ten misericordia de tus hijos pecadores y acepta
nuestro propósito de buscar y promover la verdad en la dulzura de la caridad,
conscientes de que la verdad sólo se impone con la fuerza de la verdad misma.
Por Cristo nuestro Señor.
R. Amén.
Canto del Kyrie, eleison.
Se enciende una lámpara ante el crucifijo.
III. Confesión de los pecados que han
comprometido la unidad del Cuerpo de Cristo
Cardenal Roger Etchegaray, presidente del Comité para el gran jubileo del año
2000:
Oremos para que el reconocimiento de los pecados que han lastimado la unidad
del Cuerpo de Cristo y herido la caridad fraterna allane el camino hacia la
reconciliación y la comunión de todos los cristianos.
Oración en silencio.
El Santo Padre:
Padre misericordioso, la víspera de su pasión tu Hijo oró por la unidad de
los que creen en él: ellos, sin embargo, en contra de su voluntad, se
han enfrentado y dividido, se han condenado y combatido recíprocamente.
Imploramos ardientemente tu perdón y te pedimos el don de un corazón
penitente, para que todos los cristianos, reconciliados contigo y entre sí en
un solo cuerpo y un solo espíritu, puedan revivir la experiencia gozosa de la
plena comunión. Por Cristo nuestro Señor.
R. Amén.
Canto del Kyrie, eleison.
Se enciende una lámpara ante el crucifijo.
IV. Confesión de las culpas en relación
con Israel
Cardenal Edward Idris Cassidy, presidente del Consejo pontificio para la
promoción de la unidad de los cristianos:
Oremos para que, recordando los padecimientos sufridos por el pueblo de Israel
en la historia, los cristianos sepan reconocer los pecados cometidos por
muchos de ellos contra el pueblo de la alianza y de las bendiciones, y
purificar así su corazón.
Oración en silencio.
El Santo Padre:
Dios de nuestros padres, tú has elegido a Abraham y a su descendencia para
que tu nombre fuera dado a conocer a las naciones: nos duele
profundamente el comportamiento de cuantos, en el curso de la historia, han
hecho sufrir a estos tus hijos, y, a la vez que te pedimos perdón, queremos
comprometernos en una auténtica fraternidad con el pueblo de la alianza. Por
Cristo nuestro Señor.
R. Amén.
Canto del Kyrie, eleison.
Se enciende una lámpara ante el crucifijo.
V. Confesión de las culpas cometidas con
comportamientos contra el amor, la paz, los derechos de los pueblos, el
respeto de las culturas y de las religiones
Monseñor Stephen Fumio Hamao, presidente del Consejo pontificio para la
pastoral de los emigrantes e itinerantes:
Oremos para que, contemplando a Jesús, nuestro Señor y nuestra paz, los
cristianos se arrepientan de las palabras y conductas a veces suscitadas por
el orgullo, el odio, la voluntad de dominio sobre los demás, la hostilidad
hacia los miembros de otras religiones y hacia los grupos sociales más débiles,
como son los emigrantes y los gitanos.
Oración en silencio.
El Santo Padre:
Señor del mundo, Padre de todos los hombres, por medio de tu Hijo nos has
pedido amar a los enemigos, hacer bien a los que nos odian y orar por los que
nos persiguen. Muchas veces, sin embargo, los cristianos han desmentido el
Evangelio y, cediendo a la lógica de la fuerza, han violado los derechos de
etnias y pueblos, despreciando sus culturas y tradiciones religiosas: muéstrate
paciente y misericordioso con nosotros y perdónanos. Por Cristo nuestro Señor.
R. Amén.
Canto del Kyrie, eleison.
Se enciende una lámpara ante el crucifijo.
VI. Confesión de los pecados que han herido
la dignidad de la mujer y la unidad del género humano
Cardenal Francis Arinze, presidente del Consejo pontificio para el diálogo
interreligioso:
Oremos por todos aquellos a quienes se ha ofendido en su dignidad humana y
cuyos derechos han sido vulnerados: oremos por las mujeres, tantas veces
humilladas y marginadas, y reconozcamos las formas de connivencia de las que
también se han hecho culpables muchos cristianos.
Oración en silencio.
El Santo Padre:
Señor Dios, Padre nuestro, tú has creado al ser humano, hombre y mujer, a tu
imagen y semejanza y has querido la diversidad de los pueblos en la unidad de
la familia humana; sin embargo, a veces la igualdad de tus hijos no ha sido
reconocida, y los cristianos se han hecho culpables de actitudes de marginación
y exclusión, permitiendo las discriminaciones a causa de la diversidad de
raza o de etnia. Perdónanos y concédenos la gracia de poder curar las
heridas todavía presentes en tu comunidad a causa del pecado, de modo que
todos podamos sentirnos hijos tuyos. Por Cristo nuestro Señor.
R. Amén.
Canto del Kyrie, eleison.
Se enciende una lámpara ante el crucifijo.
VII. Confesión de los pecados en el campo
de los derechos fundamentales de la persona
Monseñor François Xavier Nguyên Van Thuân, presidente del Consejo
pontificio Justicia y paz:
Oremos por todos los seres humanos del mundo, especialmente por los menores víctimas
de abusos, por los pobres, los marginados, los últimos; oremos por los más
indefensos, los no nacidos destruidos en el seno materno o incluso utilizados
para la experimentación por cuantos han abusado de las posibilidades que
ofrece la biotecnología, falseando las finalidades de la ciencia.
Oración en silencio.
El Santo Padre:
Dios, Padre nuestro, que siempre escuchas el grito de los pobres, cuántas
veces tampoco los cristianos te han reconocido en quien tiene hambre, en quien
tiene sed, en quien está desnudo, en quien es perseguido, en quien está
encarcelado, en quien no tiene posibilidad alguna de defenderse, especialmente
en las primeras etapas de su existencia. Por todos los que han cometido
injusticias, confiando en la riqueza y en el poder y despreciando a los
"pequeños", tus preferidos, te pedimos perdón: ten piedad de
nosotros y acepta nuestro arrepentimiento. Por Cristo nuestro Señor.
R. Amén.
Canto del Kyrie, eleison.
Se enciende una lámpara ante el crucifijo.
Oración final
El Santo Padre:
Oh Padre misericordioso, tu Hijo Jesucristo, juez de vivos y muertos, en la
humildad de su primera venida ha rescatado a la humanidad del pecado y, en su
retorno glorioso, pedirá cuentas de todas las culpas: concede tu
misericordia y el perdón de los pecados a nuestros padres, a nuestros
hermanos y a nosotros, tus siervos, que, impulsados por el Espíritu Santo,
volvemos a ti arrepentidos de todo corazón. Por Cristo nuestro Señor.
R. Amén.
El Santo Padre, como expresión de penitencia y de veneración, abraza y besa
el crucifijo.