La inagotable energia de la Eucaristía

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“En cierta ocasión una periodista le preguntaba a la Madre Teresa de Calcuta cuál era la fuente de la que ella extraía tanta energía pare atender a los parias, los seres más desfavorecidos del planeta. “¿Cómo es posible que Vd., una mujer de buena familia, con unos estudios espléndidos, un futuro más que prometedor, deje todo y se dedique a los que nadie quiere ver, mirar, ni tocar? ¿De qué se sirve Vd. pare tener el cuajo y tragaderas qua hacen falta para convivir con estos desgraciados?». Contestación de la mujer más célebre de todas las mujeres que han vivido en el último tercio del siglo XX: «Yo saco las energías del Sagrario. ¿Vd. sabe lo que es el Sagrario?». La periodista, buena gente pero no muy ducha en asuntos de Iglesia como se puede ver, contestó: “La verdad es que no tengo ni idea de lo que es eso».Efectivamente, la madre de los más pobres de la Tierra no acudía al yoga ni al nirvana para llegar al alto grado de tozudez qua alcanzó en hacer el bien a los marginados, ni a ninguna píldora de las farmacias al uso, ni a los entusiasmos de colectivos gritones: lo sacaba sencillamente de un cajoncito, más bien pobre aunque con gusto, que ocupaba el mejor sitio del humilde altar de su humilde capilla. Allí, sola o en compañía de sus monjas, iniciaba su dura jornada con dos horas largas de oración, de rodillas o postrada en el suelo, con la mirada puesta en aquella puerta detrás de la cual ella, como buena creyente, veía al “Dios que está aquí”, al asombro de la creación. Y no había más secretos ni más recetas (“La Rioja”, 21/11/04. De J.G.T.)