El año de la Eucaristía

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El año de la Eucaristía es una invitación especial del Papa Juan Pablo II a todos los católicos para que celebremos el gran regalo y misterio de la Eucaristía. Es una oportunidad extraordinaria para que valoremos este especial medio de comunión con el Salvador, lo recibamos fielmente y reflejemos su significado en nuestras actitudes, nuestra parroquia y en la Iglesia entera.

Cada cierto tiempo, la Santa Sede destina un año particular para que la Iglesia se dedique especialmente a celebrar algún aspecto importante de la fe católica. Esto se convierte en ocasión de celebraciones en las parroquias y diócesis de todo el mundo con el fin de para profundizar y conocer más nuestra fe. Para seguir esta tradición, el Papa anunció un Año de la Eucaristía en la fiesta del Corpus Christi en junio de 2004.

Este año especial comenzó con el Congreso Eucarístico Mundial, en octubre de 2004 en Guadalajara, México, y terminará con un Sínodo o asamblea de Obispos en octubre de 2005.

¿Por qué dedicar un año entero a la Eucaristía?

La Eucaristía es la cumbre de nuestra fe, en la que se compendia y realiza maravillosamente toda la historia de nuestra salvación. La Eucaristía es el Sagrado Banquete en que recibimos a Cristo, renovamos el memorial de su Pasión, nos llenamos de su gracia y percibimos una prenda de nuestra gloria futura. Sin embargo, ¿qué tan a menudo reflexionamos sobre este precioso regalo? Aun durante la Misa nos distraemos, y se nos vuelve rutinario el preciso Milagro Eucarístico. A muchos "católicos" la Misa no les dice nada porque han olvidado o no saben su significado. Por eso la Iglesia nos invita este año a profundizar en el conocimiento y amor al gran regalo del Padre, "su Hijo unigénito", a quien recibimos en la Eucaristía. Durante este año en la Misa, en la formación de los laicos y en la oración, podemos dedicar más atención a este regalo divino.

La Eucaristía no es un símbolo de nuestro Señor, ni una simple "red simbólica". El pan y el vino se convierten verdaderamente en el Cuerpo, la Sangre, el Alma y la Divinidad de Cristo. En el altar Él viene realmente a nosotros, una y otra vez, en su presencia real. Cristo mismo instituyó la Eucaristía en la última cena como memorial de su muerte y resurrección, sacramento de su amor, signo de unidad, vínculo de caridad y banquete pascual.

La Eucaristía nos invita a actualizar la pasión y muerte de Cristo en la cruz, el sacrificio por el cual nos dio la salvación y la vida eterna. Es también un impresionante signo de nuestra unidad como creyentes. La llamamos "Santa Comunión" porque cuando nos acercamos al altar, reconocemos nuestra unidad con Cristo, su Iglesia y entre nosotros.